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El tiempo de los humanos |
Mi confrontación con la docencia
Ricardo Martínez Gacía.
Comencé a dar clases en el año de 1991
cuando aún no había terminado la carrera de Filosofía. Había necesidad de
profesores en el Colegio de Bachilleres y un jefe de materia andaba a la
búsqueda de quienes pudieran dar clases. Una amiga a la que le habían hecho la
invitación no podía ir, así que me comentó y yo fui en su lugar. La escuela en
cuestión (el plantel 8, Cuajimalpa) quedaba como a hora y media de mi casa, pero eso no fue obstáculo y
comencé a dar clases, a pesar de entrar a las siete de la mañana.
De inmediato me di cuenta de que la idea que generalmente se
tiene de los profesores es que son personas sabias, educadas, que lo pueden
resolver todo pero que sobre todo saben o deben saber muchas cosas, pero no siempre se cumplen estos ideales. Mis
alumnos inicialmente se desconcertaron ante mi juventud de ese entonces, pero con base en
conocimientos y en cierta capacidad expresiva pude ganarme –aunque no siempre-
su respeto y reconocimiento. La edad, conforme pasan los años, va dando ese
respeto de manera natural, pero el reconocimiento sí que se lo debe ganar cada uno
con el desempeño en el trabajo.
Casi siempre he intentado ceñirme a los programas de
estudios de las asignaturas que he impartido. He hecho cursos para planear y
operar con mejor organización o sistema los elementos curriculares de estas asignaturas.
Pero como señala uno de los textos que hemos leído en el primer módulo de la
Especialidad en Competencias Docentes, titulado La
aventura de ser maestro, una cosa es lo planeado y otra estar frente a
grupo. La improvisación a veces resulta ser un gran recurso, siempre que no sea
la regla.
La ventaja que tienen las asignaturas que he impartido, como
lo son Lógica y Filosofía, es que nos permiten abordarlas y ejemplificarlas de manera diferente siempre, asociarlas constantemente con aspectos que se ven
o se viven diariamente, y así mostrar su actualidad e importancia.
La docencia para mí entraña una gran responsabilidad, sin
importar el nivel en el que se trabaje. Dependiendo del modo en el que la he
ejercido será que motive a los estudiantes a saber o aprender más, o que les
despierte el deseo por el conocimiento, o al menos que les permita ser
conscientes de aspectos que a veces están ahí pero no somos capaces de notar.
Lo peor que puede ocurrirme –y que es para mí motivo de
insatisfacción y hasta de frustración- es que alguien que ha sido mi alumno me
diga que lo que vio en mis clases no le haya servido de nada (alguna vez un ex
alumno me lo dijo). Por otra parte, más de un ex alumno se decidió a estudiar
filosofía de manera profesional, y tuvo la gentileza de decirme que tal decisión había tenido lugar luego de cursar tal asignatura conmigo.
Ser profesor, en cualquier nivel, es realmente un lujo y un privilegio pero
también un enorme reto y responsabilidad, entraña la capacidad de sacar lo mejor
de nuestros estudiantes, de mostrarles cómo y por qué es útil y provechoso
estudiar, así como la satisfacción que se puede sentir al aprender, o la
satisfacción de alcanzar ciertos grados de conciencia.
Ahora, a la luz de los dos módulos cursados en esta
Especialidad en Competencias Docentes, impartida a distancia por la Universidad
Pedagógica Nacional, hemos aprendido muchísimo sobre aspectos de gran
relevancia, como la importancia de la planeación didáctica, que es una forma de
intervenir en el proceso de aprendizaje-enseñanza basada en las competencias
propuestas por la Reforma Integral de la Educación Media Superior.
Esta especialidad ha puesto de manifiesto la necesidad de
planear mis estrategias de enseñanza y aprendizaje, pues pone de relieve la importancia de la capacitación constante por mi parte como docente. Hemos aprendido,
mis compañeros y yo, a lo largo de estos módulos, a planear propuestas de intervención
que entrelazan la formación en competencias tanto disciplinares como
actitudinales, con el fin de conseguir mejores resultados con nuestros
estudiantes.
Ahora comenzamos a ver con mayor detalle el uso didáctico de
la Web, a partir de WebQuests y de los elementos que las TIC´s ponen a nuestro
alcance, como la Web 2.0 y los micromedios, del cual este blog es un ejemplo.
Ricardo:
ResponderEliminarTu anegdota sobre tu confrontación con la docencia, demuestra una vez más que no hay límites con respecto a la voluntad humana, mencionas que empezaste muy joven, pero eso no fue impedimento para perfeccionar tu práctica, aunado a ello, elesfuerzo y dedicación que empleaste para llegar a esa perfección fue ardua. Lo que más me agradó de tu relato, es como haz estado implementando este tipo de medios telemáticos para robustecer tu labor, y que aún cuando no tiene la formación informática, eso no ha sido impedimento para ir implementando cosas nuevas e innovar tus clases, hacerlas atractibas para tus alumnos. Felicidades por ese entusiasmo, porque todos esos que nos critican como gremio, no saben realmente a todo lo que nosotros como maestros nos tenemos que enfrentar y que cada día para nosotros es un librar obstáculos y jalar a nuestros alumnos, para encarrilarlos una y otra vez, día a día, año con año y generación tras generación. Nuestro trabajo real nadie lo ve, solo se ve cuando alguien falla y pone en mal esta labor tan noble y sacrificada, y por uno de esos, pagamo todos.
¡Excelente trabajo compañero! Gracias por compartirlo en esta comunidad.
Saludos.
Merab.
Buenas noches Ricardo
ResponderEliminarTodo lo que nos platicas en tu escrito y en tu perfil me deja ver una persona muy interesante e intrigante. También entreveo en tus líneas a un maestro de vocación a pesar de otra formación. Se me antoja que eres uno de esos maestros que los chicos admiran y respetan.
Tu escrito me parece muy bien redactado y su contenido nos deja conocer tu confrontación con la docencia que al parecer ha alcanzado un punto de equilibrio y ahora sólo se trata de estar siempre renovando tu práctica docente.
Te mando un afectuoso saludo
Maricruz