jueves, 21 de marzo de 2013

Los quehaceres docentes

El tiempo de los humanos

Mi confrontación con la docencia

Ricardo Martínez Gacía.

Comencé a dar clases en el año de 1991 cuando aún no había terminado la carrera de Filosofía. Había necesidad de profesores en el Colegio de Bachilleres y un jefe de materia andaba a la búsqueda de quienes pudieran dar clases. Una amiga a la que le habían hecho la invitación no podía ir, así que me comentó y yo fui en su lugar. La escuela en cuestión (el plantel 8, Cuajimalpa) quedaba como a hora y media de mi casa, pero eso no fue obstáculo y comencé a dar clases, a pesar de entrar a las siete de la mañana.

De inmediato me di cuenta de que la idea que generalmente se tiene de los profesores es que son personas sabias, educadas, que lo pueden resolver todo pero que sobre todo  saben o deben saber muchas cosas, pero no siempre se cumplen estos ideales. Mis alumnos inicialmente se desconcertaron ante mi juventud de ese entonces, pero con base en conocimientos y en cierta capacidad expresiva pude ganarme –aunque no siempre- su respeto y reconocimiento. La edad, conforme pasan los años, va dando ese respeto de manera natural, pero el reconocimiento sí que se lo debe ganar cada uno con el desempeño en el trabajo.

Casi siempre he intentado ceñirme a los programas de estudios de las asignaturas que he impartido. He hecho cursos para planear y operar con mejor organización o sistema los elementos curriculares de estas asignaturas. Pero como señala uno de los textos que hemos leído en el primer módulo de la Especialidad en Competencias Docentes, titulado La aventura de ser maestro, una cosa es lo planeado y otra estar frente a grupo. La improvisación a veces resulta ser un gran recurso, siempre que no sea la regla.

La ventaja que tienen las asignaturas que he impartido, como lo son Lógica y Filosofía, es que nos permiten abordarlas y ejemplificarlas de manera diferente siempre, asociarlas constantemente con aspectos que se ven o se viven diariamente, y así mostrar su actualidad e importancia.

La docencia para mí entraña una gran responsabilidad, sin importar el nivel en el que se trabaje. Dependiendo del modo en el que la he ejercido será que motive a los estudiantes a saber o aprender más, o que les despierte el deseo por el conocimiento, o al menos que les permita ser conscientes de aspectos que a veces están ahí pero no somos capaces de notar.

Lo peor que puede ocurrirme –y que es para mí motivo de insatisfacción y hasta de frustración- es que alguien que ha sido mi alumno me diga que lo que vio en mis clases no le haya servido de nada (alguna vez un ex alumno me lo dijo). Por otra parte, más de un ex alumno se decidió a estudiar filosofía de manera profesional, y tuvo la gentileza de decirme que tal decisión había tenido lugar luego de cursar tal asignatura conmigo.

Ser profesor, en cualquier nivel, es realmente un lujo y un privilegio pero también un enorme reto y responsabilidad, entraña la capacidad de sacar lo mejor de nuestros estudiantes, de mostrarles cómo y por qué es útil y provechoso estudiar, así como la satisfacción que se puede sentir al aprender, o la satisfacción de alcanzar ciertos grados de conciencia.

Ahora, a la luz de los dos módulos cursados en esta Especialidad en Competencias Docentes, impartida a distancia por la Universidad Pedagógica Nacional, hemos aprendido muchísimo sobre aspectos de gran relevancia, como la importancia de la planeación didáctica, que es una forma de intervenir en el proceso de aprendizaje-enseñanza basada en las competencias propuestas por la Reforma Integral de la Educación Media Superior.

Esta especialidad ha puesto de manifiesto la necesidad de planear mis estrategias de enseñanza y aprendizaje, pues pone de relieve la importancia de la capacitación constante por mi parte como docente. Hemos aprendido, mis compañeros y yo, a lo largo de estos módulos, a planear propuestas de intervención que entrelazan la formación en competencias tanto disciplinares como actitudinales, con el fin de conseguir mejores resultados con nuestros estudiantes.

Ahora comenzamos a ver con mayor detalle el uso didáctico de la Web, a partir de WebQuests y de los elementos que las TIC´s ponen a nuestro alcance, como la Web 2.0 y los micromedios, del cual este blog es un ejemplo.

2 comentarios:

  1. Ricardo:
    Tu anegdota sobre tu confrontación con la docencia, demuestra una vez más que no hay límites con respecto a la voluntad humana, mencionas que empezaste muy joven, pero eso no fue impedimento para perfeccionar tu práctica, aunado a ello, elesfuerzo y dedicación que empleaste para llegar a esa perfección fue ardua. Lo que más me agradó de tu relato, es como haz estado implementando este tipo de medios telemáticos para robustecer tu labor, y que aún cuando no tiene la formación informática, eso no ha sido impedimento para ir implementando cosas nuevas e innovar tus clases, hacerlas atractibas para tus alumnos. Felicidades por ese entusiasmo, porque todos esos que nos critican como gremio, no saben realmente a todo lo que nosotros como maestros nos tenemos que enfrentar y que cada día para nosotros es un librar obstáculos y jalar a nuestros alumnos, para encarrilarlos una y otra vez, día a día, año con año y generación tras generación. Nuestro trabajo real nadie lo ve, solo se ve cuando alguien falla y pone en mal esta labor tan noble y sacrificada, y por uno de esos, pagamo todos.
    ¡Excelente trabajo compañero! Gracias por compartirlo en esta comunidad.
    Saludos.
    Merab.

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  2. Buenas noches Ricardo
    Todo lo que nos platicas en tu escrito y en tu perfil me deja ver una persona muy interesante e intrigante. También entreveo en tus líneas a un maestro de vocación a pesar de otra formación. Se me antoja que eres uno de esos maestros que los chicos admiran y respetan.
    Tu escrito me parece muy bien redactado y su contenido nos deja conocer tu confrontación con la docencia que al parecer ha alcanzado un punto de equilibrio y ahora sólo se trata de estar siempre renovando tu práctica docente.
    Te mando un afectuoso saludo
    Maricruz

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